En el siglo XIII se construyó una basílica románica en la cresta sobre el pueblo, de la que se conservan la nave principal con restos de antiguas ventanas gemelas románicas y el portal occidental. Para la construcción de la iglesia se utilizaron piedras de edificios romanos de la zona. Las dos naves laterales fueron destruidas durante la invasión tártara de 1658, y la propia iglesia fortificada fue incendiada y tomada.